domingo, 26 de agosto de 2007

Un demonio de carne y hueso

V

Personificación del Demonio Nazi

Las investigaciones de Mengele tenían un fin claramente demarcado: lograr la absoluta perfección de la raza aria y asegurar su reproducción. Es por ello que intentaba descifrar los secretos de los nacimientos múltiples. Cuando se sabía que tocaba el turno de las rondas de Mengele, la tensión invadía por igual a prisioneros, guardias y doctores de la SS. Todo el mundo se aterrorizaba cuando comenzaba a revisar a los recién llegados, en su frenética búsqueda de gemelos. Cuando él llegaba con su terrible voz, los guardias nazis se aterrorizaban, y eso aterrorizaba aún más a los judíos. Mengele siempre se presentaba con su uniforme impecable y sus botas de cuero perfectamente lustradas, muy elegante, como un caballero refinado y aristocrático, caminando como si fuera dueño del universo, absolutamente seguro de sí mismo, mirando a los ojos a cada uno de los recién llegados. "Lo veíamos vestido inmaculadamente, con un par de guantes de cuero en una de sus manos, y con un pequeño látigo para cabalgar en la otra. La relación entre "sujetos" y "amo" es muy difícil de explicar, y aún luego de haberla vivido, no puedo explicarla" (Eva Mozes Kor).

Mengele sabía el efecto que causaba en las mujeres, y calculaba perfectamente sus ademanes para lograr el resultado deseado. Gissela Weird, una doctora judía prisionera, recuerda: "Mengele se deleitaba presentándose ante nosotras, exquisitamente perfumado... tan elegante y atractivo... Vestía hermosas camisas de color azul. Muchas mujeres decían: “me encantaría pasar la noche con él”. Era su forma de hacernos enloquecer: se debe estar loco para respirar el humo de los crematorios, y seguir viendo en él a un hombre tan atractivo como para pasar la noche".

En otras ocasiones, su lado oscuro surgía descontrolado. Un sobreviviente lo recuerda ejecutando a un joven de 17 años, por robar carbón. Mengele le disparó en ambas rodillas, luego lo tomó del cabello y le disparó en la cabeza. "Robar está prohibido, y ustedes deben respetar las reglas de este lugar" dijo, para luego salir caminando como si nada hubiera ocurrido.

A excepción de ocasionales visitas, Irenna Mengele no convivía con su esposo. Auschwitz era muy poco cosmopolita para ella, por lo que es dudoso que conociera cabalmente lo que ocurría, como así también que Mengele le hubiera sido fiel durante su estadía en el campo. "Mengele gustaba seleccionar las más bellas mujeres judías para pasar sus horas libres. Las hacía pasar una bella noche, tocando el piano. Pero en todos los casos, por la mañana, las mataba" (Siegfried Halbreich, sobreviviente). Mengele era un excelente pianista. Incluso se conoce una grabación suya, cantando y tocando. A menudo, tocaba para los invitados, mientras las notas se paseaban, macabras, por el campo, hasta el amanecer.

¿Estaba Mengele loco, o sufría otro desorden mental? ¿Acaso la búsqueda de los secretos genéticos humanos, destruyeron todos los restos de conciencia en él? Las opiniones varían, pero algo es seguro: Josef Mengele fue la personificación del peor demonio. Se convirtió en un verdadero símbolo del terror nazi. Es absolutamente imposible leer la acusación hecha contra él en la ex Alemania Oriental, que describe cabalmente sus atrocidades, sin siquiera dejar caer una lágrima. "Fuimos completamente sobrepasados por su monstruosidad" (Eli M. Rosenbaum, director de la Oficina de Investigaciones Especiales del Departamento de Justicia del Gobierno de los Estados Unidos). Lo más importante es ver que su mente operaba como la de un científico, concentrándose en sus estudios y experimentaba dejando de lado los sentimientos. "Realmente no pienso que Mengele tuviera remordimientos por lo que hacía. Pienso que en su mente de científico, justificaba lo que hacía. El nos inyectaba hasta cinco inyecciones juntas, para ver qué pasaba. Muchas veces uno simplemente se moría. No teníamos idea de qué eran esas inyecciones" (Eva Mozes Kor). Mengele inyectaba en las venas toda clase de substancias, como fenoles, cloroformo, nafta, insecticidas... Algunas veces, directamente en el corazón. El mataba a los objetos de sus experimentos para hacerles autopsias. Hacía vivisecciones, para estudiar los límites de resistencia a los traumas y el dolor en los seres humanos. Una vivisección, es lo mismo a hacer la autopsia en un ser vivo. De más está decir que lo hacía con la persona consciente y sin anestesia... Obviamente, nadie sobrevivía. De esta forma, los experimentos de Mengele cobraron hasta 60 víctimas diarias.

Demente o no, los experimentos de Mengele llegaron a su fin. El invierno se acercaba y el Ejército Rojo avanzaba hacia el campo de muerte. El 26 de noviembre de 1944, Einrich Himmler, máximo jefe de las SS, telegrafió a todos los Comandantes de Campo ordenando suspender las muertes. Así comenzaría la huida de Mengele, desde Auschwitz hacia una vida de constante tortura.

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